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Y cuando se bajara de mi taxi y llegara a casa iría directo a la nevera para tomar su yogur de todas las noches y se lo comería en silencio, mirando a los azulejos, o a las juntas de los azulejos, o a las raras formas de los dibujos de los azulejos, tratando con ello de no pensar en nada o de llenar sus pensamientos de paja altamente inflamable.
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